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José María Gómez Vilabella

¡Dios, qué buen vasallo si hubiese buen señor! Querido Jorques, te tengo por un buen retratista, y por un buen vasallo, codo con codo con aquella generación del Racionamiento, aún más austeros, abnegados y sufridos que el propio Cid; todos, a hecho, civiles, soldados y profesionales de la Milicia, cada uno en su grado y en su puesto, pero… ¡El pero está en que no tuvimos buen señor, nunca, desde los tiempos de Roma! ¿De quién es, o fue, la culpa? Eso viene de lejos; para empezar, de aquel que nos puso “Hesperia = tierra de conejos”, cuando lo procedente, de haber sido un buen retratista, tal que lo eres tú, sería, ¡Tierra de liebres!

Das una bibliografía de 56 libros… ¡Pobre soñador, pues ni con 100, ya que el rostro de Ifni es más complejo que el de la Gioconda, absolutamente inefable! Hacerle caricaturas es posible, y seguro que todas serán divertidas; ¿o debiera decir, dramáticas?

A medio siglo de distancia yo entreveo cien planos, a cual más ridículo. Tu, desde tu Al Acant, desde tu acantilado, seguro que aún le ves más. ¿Me permites hacer memoria?

Diego García de Herrera, gran aficionado que debió ser a la pesca de altura, no tuvo bastante con sus islas y montó una pesquería en aquella Mar Pequeña de enfrente. ¿Es que hay una “Mar Pequeña” enfrente? ¡Siempre la hubo: en Agadir!

Isabel de Castilla, imperiosa ella, ordenó en su testamentaría: ¡No cejéis en la conquista de África! ¿Es que no tuvo bastante su Fernando con aguantarle los malos olores de su camisa, aquella de la que no se mudó mientras duró el asedio de Santa Fe?

Andando el tiempo, el osado León y Castillo se presentó en París a reclamar… ¿A reclamar, qué, qué tajada?, si no llevó planos de la misma, así que los gabachos, supongo que a base de champagne, le hicieron creer que la costa rectilínea del Santo Ifni era una mar…, la mar de Grande! Lo que no sé es si les dio las gracias.

Surgió aquel Capaz, tan capaz que logró convencer a los cuatro Señores de las Chumberas con cuatro saquetes de plata, detraídos de los Fondos B de su Regimiento. Por lo menos fue noble, y no los colonizadores de nuestra América, pues aquellos en lugar de llevarles plata, la trajeron, ¡un Potosí de ella!, y tan ingenuos, que incluso denominaron “del Oro” a nuestra sevillana torre-almacén! ¡Ah!, y otra cosa, que en América tanto fraternizaron que sembraron: millones de mestizos En Ifni, en el puritano Ifni, expulsamos al dentista porque se enamoró, con promesa de matrimonio, de una nativa bellísima. ¡Dios, qué contradicciones!: expulsamos a los judíos, expulsamos a los moriscos, y de Ifni, a los cristianos, comenzando por aquel dentista y siguiendo por los Padres Franciscanos, ¡aquellos benditos que lograron que los musulmanes les besasen su cordón seráfico!

Perdona, querido Jorques, que no siga, porque…, ¡me dan arcadas! Tu continúa hablando de los Vasallos pues yo de los Señores…, ya ves, ¡Amantis irae amoris integratio est! La ira del amante es parte integrante del amor. Tanto quise a nuestro Ifni y a nuestros ifneños, de la kabila que fuesen, que aquel amor se me torna ira con sólo evocar tantos y tan graves absurdos. Tu, con tus fuerzas y con tu entusiasmo, sigue retratando, pues, como antes dije, la Historia de Ifni, la Historia Real, no se logrará con menos de cien libros…, ¡ya que no tuvo B. O. E.!

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